Globalizados y enfrentados

En un mundo globalizado y diverso, surgen enfrentamientos cuando los unos rechazan a los otros. Existe, incluso, la naturalización de ciertas grietas o quiebres sociales y culturales.

Por Liliana Arias

Abogada, Mediadora, diplomada en Neuropsicoeducación. Miembro del Seminario Permanente de Investigación “Remo F. Entelman” del Instituto Gioja de la Facultad de Derecho de la UBA. Adjunta Interina de la materia El Sistema Conflicto de la carrera de Abogacía de la UBA y titular en el ISER, dependiente del ENACOM. Conforma los equipos de trabajo del Centro de Planificación Estratégica del Consejo de la Magistratura del Ciudad de Buenos Aires.

Liliana Arias

…El lenguaje es el fundamento de la civilización, es el pegamento que une a la gente, es la primera arma sacada en un conflicto”

                                                                                                              Película: “La Llegada”¹

Así estamos, en un mundo globalizado, donde las interacciones se sumergen en una diversidad cultural, donde el lenguaje, en el sentido más amplio de la acepción, adquiere vital importancia al momento de “entendernos”, conocernos y disfrutar de nuestra condición de seres diversos y esencialmente sociales.

Es a través del lenguaje que comunicamos nuestras percepciones de la realidad, y no hay una persona que perciba y signifique de forma idéntica a otra, se podría decir que éste es uno de los pilares que sustenta nuestra diversidad individual, social y cultural.

Estas características esencialmente naturales de nuestra especie han hecho posible la construcción de nuestro universo cultural, de nuestras sociedades y claro está de nuestras interacciones. Gregarios y diversos han sido y son características fundantes de nuestra supervivencia en el planeta, de nuestro desarrollo como individuos, de la construcción de sociedades complejas y tan diversas como nosotros mismos.

Ahora bien, si observamos nuestro pasado y nuestro presente, aparecen a primera vista un sinfín de eventos, situaciones, interacciones reñidas con nuestra propia naturaleza, teñidas de rechazo a lo diverso, por el solo hecho de ser distinto a lo que somos o conocemos. Cuando estos eventos se vuelven masivos, hablamos de “grietas”, “fisuras”, “quiebres” sociales y culturales, donde nuestras emociones y comportamientos más atávicos: miedo, ataques defensivos o agresivos, fin de la convivencia natural, fin de la construcción creativa, fin de la paz individual y social, se naturalizan y pasan a ser comportamientos habituales, culturalmente aceptados y valorados.

Volviendo al lenguaje que utilizamos en nuestras interacciones, es bueno recordar que, a lo largo del tiempo en la cultura occidental, la acción de “confrontar” no siempre significó lo que significa hoy. Su origen proviene del latín “confrontari” estar próximo, de “con” y “frons”, “frontis”, “frente”, “carear una persona con otra” o “cotejar una cosa con otra”; como se puede percibir, significaba algo muy distinto a la actual connotación que le damos por estos días.

Hoy en el mundo confrontar es “enfrentar”.Una confrontación es un encuentro… dónde dos o más personas discuten sus diferentes puntos de vista, opiniones, soluciones, visiones, situaciones… Si hay agresión, la confrontación derivará en un enfrentamiento². Como significamos individual y socialmente define nuestro comportamiento, nuestras acciones.

La historia de la humanidad es un catálogo minucioso de estos eventos dónde prevalecen la confrontación, la violencia, el rechazo, la destrucción del otro; que nos permite afirmar que hemos construido sociedades atravesadas por culturas altamente confrontativas y violentas, que tienen como consecuencia inevitable nuestra propia destrucción. No hay comunidad o sociedad que sobreviva intacta a la violencia y confrontación con otros, el costo que paga es inmenso, y extenso en el tiempo, proyectándose las cicatrices que quedan sobre su propio desarrollo y crecimiento.

Estos eventos, no son otra cosa que conflictos, una de las tantas formas en que nos relacionamos los seres humanos. En nuestra condición de seres gregarios nos relacionamos cooperativamente, competitivamente, afectivamente, etc., y también conflictivamente. El conflicto es una relación social, como las otras, ni mejor ni peor, caracterizada por la existencia de incompatibilidad en los objetivos de quienes están interaccionando en ella³.

En nuestra cultura el conflicto siempre ha tenido mala prensa, una connotación negativa, ha sido algo que nos perturba, amenaza y daña nuestras certezas, nuestra seguridad personal. Vivimos nuestros conflictos personales y sociales con un sesgo impuesto por una cultura global que identifica a los conflictos con el método o la forma de abordarlos, esto es, confrontando, enfrentándonos incluso con una carga de violencia inusitada. Nuestra cultura nos condiciona y somete, limitando lo que naturalmente no está limitado ni sesgado.

Por estos días asistimos a una nueva escalada de un conflicto de larga data, la invasión de Ucrania por parte de fuerzas militares rusas; donde “la grieta” entre Oriente y Occidente se ha profundizado, a tal punto de perder de vista que habitamos un solo planeta, que nuestras vidas y culturas, por muy diferentes que sean, son opuestos complementarios, hasta necesarios para la construcción de una civilización mucho más rica y fructífera.

No hay comunidad que sobreviva intacta a la violencia y los enfrentamientos. Su costo es inmenso, y extenso en el tiempo, proyectándose las cicatrices que quedan sobre su propio desarrollo y crecimiento.

La inserción masiva de las nuevas tecnologías nos ha traído inmensos beneficios, ha facilitado y ampliado exponencialmente los procesos comunicacionales, pero a la vez también han permitido visualizar, además de potenciar masivamente, la naturalización de actitudes y comportamientos dónde los enfrentamientos plagados de violencia verbal y física están instalados tanto en los espacios individuales como en los sociales.

Basta con navegar por las redes sociales, para leer, ver o escuchar infinidad de contenidos que viajan llevando una carga intensa, descalificante del otro y por lo tanto violentando un axioma universal: “somos en tanto que otro es”, no hay forma de conformar nuestra identidad individual y social si no hay otros individuos y sociedades diversos a nosotros.

En un mundo globalizado, frecuentemente tratamos con personas de culturas, valores, principios diversos a los nuestros. Estas diferencias pueden ser inconscientemente ignoradas y dificultar el desarrollo de una comunicación adecuada. Conocerlas, y saber cómo manejarnos, puede ayudarnos a entablar mejores relaciones, a fin de que en nuestras interacciones se fusionen creativamente percepciones, emociones, ideas, espacios, generando expresiones que desarrollen las infinitas potencialidades que tiene nuestra especie.

Se impone, casi con urgencia, entender, aprender, visualizar al conflicto como un modo más de relacionarnos, como una posibilidad de construir soluciones, puentes, que nos permitan derribar prejuicios, ampliar nuestras posibilidades de convivir con lo que no nos es compatible o conocido, construir nuevos espacios, donde la creatividad nos facilite y enriquezca la convivencia con los demás.

La Conflictología que propone la tópica de Rubén Calcaterra a través del modelo sistémico de Análisis y Gestión Estratégica de Conflictos, que se investiga en el Seminario Permanente de Investigación “Remo F. Entelman”: teoría del conflicto, del objeto al sistema, nos brinda las herramientas necesarias para un abordaje de nuestros conflictos, compatible con nuestra naturaleza.

Nuestros conflictos, como todas nuestras interacciones, son complejos, altamente estructurados, donde un simple análisis lineal de causalidades y efectos no resulta abarcativo de todas sus dimensiones, necesitamos desempolvar y reeditar y aprender habilidades sociales, permitirnos el espacio necesario para la observación, la escucha, para evaluar otras formas de abordajes, enfocados en la co-construcción de soluciones enriquecidas por el propio proceso de abordaje.

La propuesta del Sistema de Análisis y Gestión Estratégica de Conflictos, para sociedades como la nuestra es contracultural, es nadar contra una fuerte corriente cultural que aún hoy sobrevive y pervive en nuestra Instituciones. Vaya como ejemplo, el Poder Judicial: continúa prestando el servicio de Justicia, abordando los conflictos, utilizando un atávico sistema adversarial, donde los conflictuantes se “enfrentan” y un tercero decide sobre sus pretensiones y derechos.

Un soldado ruso se rindió. Los ucranianos le dieron té, comida y le permitieron llamar a su madre por video.

Así estamos, globalizados y enfrentados, “conectados” pero con grandes dificultades para escucharnos, inmersos en una globalización que amenaza diversidades y con construcciones culturales, políticas y religiosas sostenidas desde enfrentamientos históricos.

Mientras escribo estas líneas, recibo un RTW[4] (ver imagen) que muestra un momento, unos pocos minutos que suceden en medio del brutal enfrentamiento bélico en Ucrania. Esos minutos hablan de esa información que viaja hace miles de años en nuestros genes, que nos conforma y define lo mejor de nuestra especie.  

 Somos seres diversos, sociales, empáticos, culturalmente sometidos a enfrentamientos construidos por apetencias de poder económico, político o cultural. Toda confrontación social olvida que cada individuo es un universo, que en nuestras interacciones personales, sociales y culturales compartimos infinidad de cosas, ideas, gustos, emociones, disfrutamos una diversidad que nos enriquece, crecemos y parimos diversidad, así es, no nos reproducimos “en serie”. Por suerte no tenemos que lidiar con lo mejor de nuestra naturaleza, y sí podemos cambiar nuestro rumbo social, político y cultural, podemos construir convivencia en la diversidad, incluso atravesados por emociones básicas como el miedo, o insoportables como el dolor. Las imágenes del mensaje en Twitter así lo demuestran. 

[1] Filmnation Entertainment, Villeneuve Denis. 2016. La Llegada.

[2] https://dle.rae.es Web Asociación de Academias de la Lengua Española. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española.

[3] El Conflicto como Sistema, Calcaterra Rubén Alberto. Editorial Astrea, 2ª edición actualizada y ampliada. 2021. Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

[4] Red Social Twiter: https://twitter.com/rosariotlmc/status/1499013007044538369?t=nTVr6w92Sd3j9eLstUgxQQ&s=19

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