Por Ezequiel Luppi
Abogado, miembro del equipo docente coordinado por el Dr. Rubén Calcaterra, que tiene a su cargo una de las comisiones de la materia “El sistema conflicto” que se dicta en el Ciclo Profesional Orientado de la Carrera de Abogacía de la UBA.

El objetivo de este breve trabajo es aportar la noción de fenómeno intersubjetivo, concepto dentro del cual podría encasillarse al conflicto, para posteriormente elaborar alguna conclusión que resulte útil al desarrollo del modelo sistémico de Análisis y Gestión Estratégica de Conflictos (AyGEC).

En la Primera Parte de su libro Teoría de Conflictos, y específicamente en Capítulo 1 titulado «Una región ontológica inexplorada», el profesor Remo F. Entelman sostiene que un intento serio de describir el fenómeno conflicto debe enfrentarse con un doble escollo: primero, no puede prescindir del carácter universal del fenómeno; y, en segundo lugar, tratándose la teoría de conflictos de una ciencia social, no puede acceder a sus objetos por la intuición sensible. Para superar los escollos, señala que es necesario afrontar el desafío propio de todas las ciencias sociales, que consiste en emprender una búsqueda que permita encontrar un género próximo superior al de «conflicto en general», que todos los que intenten estudiar el fenómeno conozcan bien[1].
En esa búsqueda, apela a Julien Freund que distingue entre «conflicto consigo mismo» -que conduce al enfrentamiento de dos opciones que provocan una elección dentro de la conciencia del mismo sujeto-, y conflicto con otro -que enfrenta objetivos o pretensiones incompatibles- y que constituye una de las formas posibles de relación social[2]; partiendo de Max Weber[3], muestra la relación social como
el comportamiento recíproco de dos o más individuos que orientan, comprenden y resuelven sus conductas teniendo en cuenta las de los otros, con lo que dan sentido a sus actos.
La relación social es, entonces, el género próximo; pero, ¿qué criterio deberá utilizarse para distinguir la relación social «de conflicto» o «conflictiva», de las otras? El propio Entelman propone que la búsqueda de ese criterio sea la índole de los objetivos que cada miembro de la relación intenta alcanzar con las conductas recíprocas que realiza o se propone realizar, concluyendo que serán de conflicto cuando esos objetivos sean incompatibles o que se perciban como tales.
El Dr. Calcaterra, a su vez, y partiendo de las modificaciones a los Capítulos 3 y 8 de la obra de Entelman, dice que
conflicto es una relación social de desacuerdo entre bandos de composición simple o múltiple, integrados por actores individuales y/o por una simple pluralidad de actores y/o por actores colectivos organizados de hecho o de derecho, cohesionados o en su caso sus fragmentaciones, que persiguen metas u objetivos incompatibles y que deben tener conciencia de estar en conflicto como condición de operatividad de éste [4].
Ahora bien, a la hora de llevar estos conceptos a la clase, se les suele preguntar a los alumnos qué es un conflicto y si alguna vez “vieron” uno, como una forma de guiarlos en la comprensión del conflicto como una especie de relación social que será el objeto de estudio.
En mi opinión, hay una clasificación que puede ser útil a la hora de explicar este fenómeno (el conflicto) a los alumnos y de la que podemos desprender algunas conclusiones útiles para el modelo. Se trata de la clasificación de los fenómenos en objetivos, subjetivos e intersubjetivos.
Para este trabajo voy a utilizar la explicación que de estas clasificaciones brinda Yuval Noah Harari en su libro “De animales a Dioses, Breve historia de la Humanidad” [5]:
“Un fenómeno objetivo existe con independencia de la conciencia humana y de las creencias humanas. La radiactividad, por ejemplo, no es un mito. Las emisiones radiactivas se producían mucho antes de que la gente las descubriera, y son peligrosas, aunque no crean en ellas. Marie Curie, una de las descubridoras de la radiactividad, no supo, durante sus largos años de estudio de materiales radiactivos, que estos podían dañar su cuerpo. Aunque no creía que la radiactividad pudiera matarla, murió no obstante de anemia aplásica, una enfermedad mortal causada por la sobreexposición a materiales radiactivos.
Lo subjetivo es algo que existe en función de la conciencia y creencias de un único individuo, y desaparece o cambia si este individuo concreto cambia sus creencias. Muchos niños creen en la existencia de un amigo imaginario que es invisible e inaudible para el resto del mundo. El amigo imaginario existe únicamente en la conciencia subjetiva del niño, y cuando este crece y deja de creer en él, el amigo imaginario se desvanece.
Lo intersubjetivo es algo que existe en el seno de la red de comunicación que conecta la conciencia subjetiva de muchos individuos. Si un solo individuo cambia sus creencias o muere, ello tiene poca importancia. Sin embargo, si la mayoría de los individuos de la red mueren o cambian sus creencias, el fenómeno intersubjetivo mutará o desaparecerá. Los fenómenos intersubjetivos no son ni fraudes malévolos ni charadas insignificantes. Existen de una manera diferente de los fenómenos físicos tales como la radiactividad, pero sin embargo su impacto en el mundo puede ser enorme. Muchos de los impulsores más importantes de la historia son intersubjetivos: la ley, el dinero, los dioses y las naciones.”
Consecuentemente con lo mencionado, la noción de conflicto planteada por el profesor Entelman podría considerarse dentro del universo de los fenómenos intersubjetivos.
Desde el punto de vista pedagógico, esta clasificación permite que los alumnos comprendan la “solidez” de los conflictos, a pesar de tratarse de algo inmaterial, así como explicar la perdurabilidad de estos desacuerdos a lo largo del tiempo.
Nuestra tarea sería mucho más sencilla si los conflictos fuesen fenómenos objetivos, como una pared, porque podríamos desmontarlos con facilidad; por oposición a ello, los ladrillos que componen un conflicto son mucho más resistentes, son creencias que pueden pasar de persona a persona y a las cuales es difícil de acceder porque residen en las conciencias de cada uno de nosotros, incluso a veces, sin que lo sepamos.
Este primer acercamiento al conflicto permite poner el foco en las narrativas y en su gestión y nos alienta a dar la debida importancia a lo que la gente expresa sobre el conflicto que atraviesa.
Entender la trascendencia de los fenómenos intersubjetivos, de los cuales el conflicto forma parte, nos impulsa a tratar la información que nos brindan los actores con el mayor de los respetos y cuidados, recordando que estamos trabajando con el mismo “material” con el que se construyen las religiones y las naciones, sabiendo que es allí, y en ningún otro lado, donde surge el desacuerdo.
Citas:
[1] ENTELMAN, Remo F., Teoría de Conflictos, Gedisa, Barcelona, 2002.
[2] FREUND, Julien, Sociologie du Conflict, Presses Universitaires de France, Paris, 1983, Capítulo I.
[3] WEBER, Max, Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 1977,
[4] CALCATERRA, Rubén A., El conflicto como sistema, Astrea, Buenos Aires, 2021, p.11.
[5] HARARI, Yuval Noah, De animales a Dioses, Breve historia de la Humanidad, 2014, P.91